Daniela

Be Excessive. Es es lo que me dice el anuncio de colonia que acabo de ver mientras apuro una copa de vino en el sofá de color crema. Be excessive, be cool, be the one, be yourself , y supongo  que no es posible  to be yourself y todo lo demás a la vez.  Colonia tras colonia, hasta que te quedas sin ellas, Cuba 1898, be a rebel. Así que decido ser obediente;  no está bien contradecir a  una Smart TV. Qué más da entonces. Espera que me abro otra botella de vino, pongo a Morrissey , que canta That´s how people grow up a todo volumen y le acompaño mientras aprieto el mute en el Canal 24 h y una preciosa morena de ojos insólitamente turquesa parece que me mira como si quisiera comerme. Imágenes de Nigeria, de AK-47, de gritos de soldados enloquecidos encima de camiones desvencijados , de rezos, de victorias, de muertos, no hay colonias, no hay proclamas.  Sigo bebiendo vino, tinto, hoy hago caso a la tele. Mi mujer, Lara,  vive en Londres desde hace tres años, trabaja en el show de Jools Holland , Everyday is like Sunday,  quizá  esté ahora con el viejo Mozzy. Están llamando a la puerta, suena You have killed me, qué hermosa canción, absolutamente triste e infalible. Hay que ser muy bueno para componer canciones tristes, pero aún hay que serlo más para convertirlas en infalibles. Pregunto quién es y pienso que en una película porno sería mi nueva vecina venezolana con una pequeña falda a cuadros y una camisa de botones, blanca, con escote y con los pezones en rebelión, y en su cara el gesto de Traci Lords, viniendo a pedir sal o una cumbia. Pero no sé bailar cumbias, y es el  cartero, que trae una carta certificada de Lara. Le doy las gracias, firmo.

Y  Lara quiere el divorcio. Lara pide el divorcio con una carta certificada. Bebo, pienso, cambio de canal y ahí está otra vez ese maldito anuncio de perfume que me incita a ser excesivo , y suena el viejo Morrissey que me dice eso tan certero ahora mismo,  the more you ignore me the closer i get.  Grito, lloro y pataleo.

Be excessive, be cool, me invade una tristeza excesiva en estos momentos, esas tristezas que no por esperadas y absurdas dejan de hacer mella, porque  las pérdidas esperadas son las más dolorosas, y bebo más vino, que no seré yo quien desoiga hoy a la televisión. Me levanto al servicio y me doy cuenta de que quizá he bebido más de la cuenta, porque me tropiezo con una botella vacía de Arzuaga y con otra de Habla del Silencio,  pero qué más da porque Lara quiere el divorcio por carta certificada desde Londres. So, close your eyes/ and think of someone you physically admire/and let me kiss you/Let me kiss you.  Y el viejo y decrépito Morrissey sin saberlo se está encargando de dar forma a mi velada. Llaman de nuevo a la puerta, tal vez el cartero se olvidó de algo, pero es Daniela, mi vecina de San Cristóbal, Venezuela, que lleva unos vaqueros de H & M y una sencilla camiseta verde, y que  viene  a presentarse formalmente y a preguntarme  si necesito algo, y que si está todo bien, que ha oído gritos, o algo así. Y le pregunto a Daniela, de San Cristóbal, en el interior de Venezuela, muy al Oeste, que si quiere tomar un vino conmigo, que mi mujer me acaba de dejar, que llevo tres años aquí solo, yendo y viniendo, y que nunca le he sido infiel, y fíjate, por correo certificado. Y miro a Daniela, le digo que todo está bien, que muchas gracias por preocuparse, no quiere un vino, pero que gracias, tiene unos ojos como los de la presentadora del Canal 24 h, le digo que espero verla más a menudo y que algún día me gustaría visitar Maracaibo, donde seguro que el mar es turquesa.