Cuando salió de las duchas, ella ya no estaba. Atrás quedaron los tiempos de compartir, apretujado, el asiento de atrás del Seiscientos azul con los de su clase con las ventanillas abiertas, de heredar las ajadas botas de su hermano y de llorar a la vuelta a casa cuando eran goleados por el Rincón Extremeño. Pero hoy su cara era diferente: después de perder (otra vez, hoy contra el Villaverde Bajo), pudo ver desde la ventana de los vestuarios que su madre no estaba y sonrió, ufano, mientras se peinaba y escuchaba el alboroto de sus compañeros de futbito. Ya era hora de poder irse solo a casa.
*tanto este microrrelato como el titulado Zoff corresponden a un concurso convocado por la Revista Panenka en la que los cuentos debían comenzar por la frase «Cuando salió de las duchas, ella ya no estaba..»