– El mundo es una jaca. Una jaca andante.
Le dijo a su mejor amigo después de cinco cervezas doble malta, sentados en una terraza en plena solana madrileña, mientras no dejaban de pasar jóvenes en shorts de colores chillones, piernas largas sin celulitis y pechos aparentemente siliconados pero que muy probablemente no lo fueran. A su amigo, palabras como jaca le parecían expresiones ofensivas para el género femenino, pero él pensaba que no había palabra mejor para describir semejante desfile de excesos caballunos. Si acaso, pensó, jaquetonas, que añadía rotundez al asunto. Y un punto extra de ordinariez, pensó su amigo.
– Ya, y tú vas montado en esta jaca andante que es el mundo, ¿no?- le sonrió con sorna como diciéndole eres un mierda qué te has creído con esa barriga que se te sale por la camiseta, qué vas diciendo tú de jacas, José Luis.
– Qué más quisiera yo. Yo es que no sé qué puerta han abierto este mes que no hay más que pantaloncitos cortos, que creo yo que es que son pequeños, que van la chavalas y se los compran una talla menos en el H & M o en el Bershka. Vamos, y no tan chavalas. Y todas con esas gafas de sol enormes y esos tirantes, que ya sabes tú que los tirantes son para el verano, y todas morenas, coño, que es que me hacen sentir una raza inferior.
– A ver si vas a ser una raza inferior, José Luis.
– No te digo yo a ti que no. Porque si hablamos de razas, están, por este orden, las jaquetonas, las jacas, el resto, y luego tú y yo, que nos dedicamos a beber cerveza aquí, con la solana. Y además te voy a decir una cosa…
– Qué sí, eso, que sí, ¿otra vez me lo vas a decir?¿ El yonki del bigote no?
– Pues eso, que no confíes nunca en nadie al que no le guste comer, beber y el fútbol. Y Chet Baker.
– Eso, Chet Baker, el yonki del bigote, el de la vocecita esa, el trompetista
– Ni puta idea tienes
– Mira qué tía, José Luis, mírala.
– Ni puta idea, ni puta. El yonki del bigote, dice.
– Mira esa de rojo, la del pelo largo. La rubia. Mírala.
– Manda huevos
– José Luis…
– El del bigotito….
– José Luis…
– Dime
– Que mira, que vas a tener razón.
– En qué
Atardecía.
– Que es verdad. Que el mundo es una jaca, tío. Por lo menos hoy.
– Manda cojones
– Si tenía bigotito, qué quieres…
– Pues arre, tío, arre, pide otra. Que se va a hacer de noche y las jacas se convierten en princesas.
Y ni a tí ni a mí nos gustan las princesas.
Mujeres caballunas (por tu poema), jacas, jaquetonas… Casi como si las viera.
Ya sabes lo que me gusta la metáfora de las mujeres caballunas ;). Gracias por tu comentario, un saludo
Lo sé, lo sé. Y que sepas que escribí un poema inspirado por tu metáfora.
Ah sí? Pues no me di cuenta
🙂 Tienes el enlace?? saludos!
Era imposible que te dieras cuenta. Lo escribí cuando leí tu maravilloso poema: Mujeres caballunas, pero hasta hoy no lo he publicado. Estás enlazado en la parte inferior del poema, por supuesto. 🙂
http://elsinsentidodelamariposa.wordpress.com/2013/07/20/relincha/
me gusta!!