De modo que sucede así, de este forma/
Que besas a alguien por primera vez y crees que no tendrás que besar a nadie más el resto de tu vida/
Y estás convencido de que su saliva te bastará para sobrevivir hasta el fin de los tiempos/
Y sucede que un día cualquiera, en otro lugar, en otro momento/
Besas de nuevo a alguien por primera vez/
Y vuelves a pensar que ya no quieres nada más, que has alcanzado el cénit/
El cénit en sus labios, en su lengua y en sus dulces fluidos/
Te sientes pleno, pero ya sabes que en cualquier momento aparecerá otra boca a la que besar hasta hacerte daño/
En los labios/
Y en los suyos/
Y llegará un buen día, con el regusto de la última saliva entre los dientes/
Que te caerás y besarás el suelo/
Y no podrás besar más labios que el de los gusanos.