Jefe

La puta mierda que me parió. Las ocho. Llego tarde y lo sé y me cago en la puta que parió a los tranquilizantes y al vodka. No me ducho. Me pongo un zapato de cada color. Hoy va a ser un día especial. Me pondré un jersey de rayas amarillas y rojas. Bebo café. Mucho café. Las ocho y diez. Llego tarde. Muy tarde. Toda la vida viviendo tarde y llegando pronto. Hoy es al revés. La cojo de la caja fuerte. Me la trajeron de Baltimore, no fue dificil. Arranco, acelero, llegué, llegué lo más pronto que pude. Quien es ese tío con un zapato de cada color que parece Ronald McDonald. Me pregunta la secretaria. Soy yo, o es que no me conoces, preciosa. Ah sí. Eres tú, llegas tarde, qué haces así vestido. Dónde esta el jefe, le pregunto. Dentro, me responde. Me ato fuertemente los cordones de los zapatos. Qué haces, me dice mi jefe. Llegas muy tarde, me dice muy lento. La saco del bolsillo. Reluce, es bonita, plateada y cariñosa. Fue fácil traerla. Jefe, tengo algo para usted. La agarré con fuerza, como si no fuera la primera vez que lo hacía y vacié el cargador en su cara autocomplaciente, sofocada y pagada de sí misma. Fulminado, inerte, yace. Jefe, tenia esto para usted. Quería dárselo. Sé que llegué tarde. Lo siento mucho. No volverá a suceder. Me desato los cordones de mis zapatos desiguales. Soy libre, dije al fin.

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