Ahora que no estás,
y la distancia es ya olvido.
de lo que pudo ser,
de lo que jamás ganamos.
La historia de tu vida,
la vida de tu historia,
tus ojos verdes,
afilados, como el cristal de Murano,
como aquel ,
y tan radiante te hacía,
convirtiéndote en la más bella, de las bestias,
y en la más bestia entre todas.
Recuerda los recuerdos que olvidaste,
por culpa del alcohol y los tormentos,
en las ciénagas de tu lengua y tus entrañas,
y que quien no llora no mama,
Y ahora,
házmelo otra vez,
hoy trágate tu orgullo,
hoy trágatelo todo.
Los tiempos rotos,
despedazados como la voz de Sabina en el Palacio,
entre la ruido y la laguna,
entre el vómito y el rezo.
Porque fuiste mi señora de las alturas,
la lona de mi alambre,
los alicates del cable,
el hormigón de mis zapatos.
Ahora, cuando ya no estás.