Y despertarse un día,
salir de la cama
ponerse a hacer fotos,
sin freno posible, sin miedo al alcance.
A los perros, a las perras,
a las cosas, a los todos,
hasta gastar la memoria,
hasta llenar los espacios.
Hasta que no quede otra,
que borrar, y borrar lo borrado,
hasta que no haya más fotos,
hasta que ya no estés tú.