Me gusta que tus muslos
aguarden impacientes la alegría de mis papilas,
catando los sabores de entretiempo,
dime algo al oído,
susurrabas.
Botón del pánico
Tus pechos botones de zinc,
inesperado temblor
que pone patas arriba mis coordenadas
oeste este sur norte
cuarenta grados en tu lecho
Penal de Sing Sing
Las montañas son hoy menos altas,
los caminos más llanos y los ríos corren
dúctiles, gráciles, sonrientes,
hoy son libres, hermosos, verdaderos
y tu sonrisa, cálida
Snooze
Hoy en el bar, tomando un doble,
me dijeron: que te vieron con otro,
que me soñaste en sueños,
que bailabas en tarimas con arneses de puenting,
que irradiabas lujuria.
Campana y se acabó
Yo, por mi parte les dije:
que me alegraba mucho, que no me duelen prendas
pero que tal vez deberían escuchar menos a J. Balwin,
y leer más a Ángel González o a Carlos Barral
mas fue solo una sugerencia.
A veces confundo tus pechos de zinc con tus ojos de gata
Atardece ahora,
ojeo el viejo libro de Burroughs, ajado ya, aún incomprensible,
emerge con esfuerzo el sonido ronco de las tórtolas,
y recuerdo tu voz taimada elegante, femenina, feminista y esbelta,
corre un poco de aire para ser finales de agosto.
Fuga de Alcatraz
A solas, con el barbero
frente al espejo y en silencio:
la sustancia de lo cotidiano,
la belleza de tu rutina, el escalofrío de las cuchillas,
los cabellos negros en el suelo de mármol.
Suena Johnny Cash
Mechones oscuros que mutan a remolino,
que tornan en repente de cobrizos,
y casi se convierten en los tuyos
(intuyo a Gary Cooper tras los cristales)
desaparecen de mi vista en un instante,
y me miro al espejo y de repente,
me reconozco en mis nostalgias y en mis miedos,
en mis okeys corral y en tus anhelos.