Ruinart

Entraste como las lagartijas que desaparecen tras los ladrillos en las casas de campo,

sin hacer ruido, como el placentero gas que adormece al reo ,

al que inunda suavemente provocando la extraña euforia del que sabe que todo termina.

Derribando los ladrillos desde dentro,  silenciando de un plumazo las alarmas que anuncian en la radio y que no están en las casas sino en los miedos.

Y me abrazaste , llorando de alegría  y gritaste, por sin, aquí estamos, juntos, a salvo, en este búnker que tanto nos costó armar.   

Dentro, resuenan en nuestras cabezas las estrofas de la canción de La Bien Querida, que me hubiera casado contigo, de habérmelo pedido, y siguen dando vueltas hasta atraparnos en arenas movedizas con la desesperación de un yonki buscando monedas en cajetines de cabinas de teléfono que ya no existen.

Sueño que de tus pechos sale Ruinart a borbotones y que huelen a tierra mojada y a Moussel.

Mientras, miles de millones de barriles de Brent  hacen explotar tu nombre en mil pedazos y convierte sus letras en otros tantos millones de granos de arena  que aterrizan en las dunas de la playa de A Moreira , donde se posan al algunos pájaros que silban alegres tonadas de septiembre.

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