2 de enero. Interior noche. Dos de la madrugada Interior de la habitación. Interior de las sábanas. Interior de mi cabeza. Canino del tercer día de enero, el mes del sol de invierno. Con mi pie derecho toco el lomo de Lucas, que no se inmuta. A mi derecha, la diminuta mano de amor de Óscar. Algo mas allá, Adriana: escucho su respiración. En mis auriculares, El Faro. Hoy fue un día raro y creo que me atacó un extraño virus que me arrastró todo el día a la cama casi sin comer. Virus aderezado con su pizca de cansancio, pizca de nostalgia y mucho de saudade. Ya queda menos para que terminen las fiestas. Menos mal que Óscar se encargará en los próximos años de demostrarme que el equivocado era yo.