El momento más triste es cuando todo el mundo sabía que le quedaba menos de un mes de vida y él seguía empeñado en renovarse la dentadura, porque él se encontraba muy bien.
– Mejor espere a que las defensas se estabilicen cuando pase un poco el efecto de la quimio
– Muy bien, ¿y eso cuándo será? Es que me molesta mucho al comer.
– No se preocupe, de momento, vamos a intentar a que todo vuelva a la normalidad con las defensas, y luego ya veremos.
Fuego amigo.
Pocos días después vinieron la silla de ruedas, la sonda, la morfina y finalmente el beso en la cara congelada. Lo recordará toda la vida. Nunca debió hacerlo, pero lo hizo, a pesar de las advertencias. El momento más triste. Así es la vida. Resistiendo como un atleta llegando a la línea de maratón con la cara desencajada. No hubo victoria esta vez. Luego vinieron muchas cosas más, pero se quedarán para siempre en la intimidad del túnel de vestuarios.
Allá donde estés, felicidades. Con un poco de adelanto, que las cosas salen cuando salen. Como metralla en la trinchera, ya sabes.